domingo, 20 de febrero de 2011

Periodismo de ficción

A la polémica iniciada por la biografía Kapusczinsky de ficción se agrega la que mantienen Javier Cercas y defensora del lector de El País, Milagros Pérez Oliva.

El 13 de febrero Javier Cercas publicó un artículo en El País donde aboga por Francisco Rico, un fumador conocido que escribió sobre la reciente legislación contra el humo del tabaco en España y terminó afirmando mentirosamente que nunca ha fumado. Dice que fue sólo una broma, aunque en efecto la relectura del texto no la revela: desde luego, sí parece un argumento definitivo, "defiendo a los fumadores aunque yo mismo no soy fumador", nunca aparece el tono de broma.

Este domingo, 20 de febrero, la defensora del lector publica una "discrepancia de la discrepancia", que continúa y profundiza su anterior intervención el 16 de enero en el mismo sentido: en el periodismo no se admite la mentira. Punto. Por cierto, el título de sun más reciente artículo se refiere a la "noticia con ficción" que afirmó que Cercas fue arrestado durante una redada en un burdel.

(El lunes 21 Cercas responde e insiste: él no admite la ficción o la mentira en el periodismo, pero aboga por un espacio para el humor, contra "la tiranía de lo literal". Y sí, tiene razón cuando atrapa a la defensora: ¿la ficción es admisible en el periodismo literario?, ¿no es el periodismo literario, simplemente, otra forma del periodismo, sujeta a las mismas reglas y limitaciones? Y repite el resumen de su posición, muy plausible: "sostengo que el periodismo, como la historia o la ciencia, no es una mera acumulación de datos sino una interpretación de los datos, y que toda interpretación conlleva el uso de la imaginación. Por supuesto, imaginación no significa aquí invención: significa capacidad de relacionar hechos dispares").

Un ejemplo de Cercas que alude al siempre asombroso Juan José Millás es interesante, provoca una reflexión necesaria en la vieja discusión sobre las fronteras entre periodismo y literatura, o la ficción como componente de la narrativa del periodismo. ¿Es válido crear un personaje, portador de la verdad periodística, como recurso de fuerza narrativa?

Y todo esto sustenta la crítica al periodismo irresponsable y sin ética de personajes caros a nuestra izquierda ridícula, como Carmen Aristegui y su nueva batalla por el rating perdido con la coartada de la libertad de expresión. Recuerden el cinismo impune de Federico Arreola: yo inicié el rumor, y qué. Lo reconoció el 10 de febrero, cuando apenas había estallado el escándalo.

(Trabajo en proceso).